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La Conquista del Estado
La Conquista del Estado (Número 7)

Repetimos nuestra pregunta, que ya hicimos en el número anterior, porque en la última semana la velocidad de la preocupación española ha sido más grande que la de las noticias que se recibían. El pueblo español requiere de un modo unánime que se diga en clarísimo lenguaje qué acontece y qué amenaza acontecer en Cataluña. Han ido allí tres ministros del Gobierno provisional. A su regreso han hecho declaraciones muy vagas, auténticos balbuceos que nadie ha entendido. Hace tres días hemos viajado muchos kilómetros por España. Eran emocionantes los grupos hispánicos que se advertían anhelosos de noticias, rodeando el aparato de radio transmisor que comunicaba la situación del problema catalán.

España entera mira hoy a Cataluña y la ve entregada a esa minoría de hombres absurdos que es inevitable surjan y resurjan en todas partes. Por dos motivos debe intervenir el resto de España de un modo inmediato y heroico en la cuestión catalana. Uno, el de salvar la unidad nacional, que peligra de una manera mediocre. Otro, el de salvar la misma Cataluña, parte de España, que peligra también en manos de la minoría traidora. Nosotros no ponemos en duda la plena autoridad revolucionaria del Gobierno provisional. Ya lo dijimos también hace ocho días. España entera tampoco, y por eso le pide hoy que inicie con rapidez la política interventora cerca del seno rebelde y minoritario de Cataluña.

Bien está que se lleve a las Cortes constituyentes todo cuanto se quiera. Ya se encargarán de aprobar y votar lo que deba votarse y aprobarse. El supremo interés nacional -incluso el revolucionario- no puede admitir que se consoliden situaciones de hecho, tan anómalas y perturbadoras como esta que brota en Cataluña.

Estamos en posesión de un gran número de recortes periodísticos que prueban el desmandado avance catalanista. Si esos recortes se popularizaran por toda España, hoy mismo iban a sentir los rebeldes de Cataluña la enérgica presión hispánica.

Ya se sabe que los separatistas introducen sus ideas en Valencia y Baleares, y pregonan que son las tres regiones las futuras integrantes de la nacionalidad catalana. ¿Se dejará arrebatar España la idea imperial, integradora, que constituye su savia misma como pueblo?

No es hora de meridianos locales, sino de fidelidad a las grandes nacionalidades históricas. España debe ser indiscutible a ese respecto, y el Gobierno provisional de la República no puede retrasar ni un minuto su palabra decisiva. ¡Fuera ese espectáculo de la Universidad española de Barcelona! ¡Fuera ese Gobierno de Maciá!

Y pedimos con energía: ¡Disciplina y patriotismo revolucionario en todos los frentes!

(«La Conquista del Estado», n. 7, 25 - Abril - 1931)