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La Conquista del Estado
La Conquista del Estado (Número 9)

Es legítimo el afán interventor de los obreros en la marcha de las industrias. Ahora bien, el hecho de que asuman una función de esa índole les obliga al reconocimiento de unas finalidades económicas, a cuyo logro cooperan con sus decisiones y estudios. Porque es inútil engañarse: mientras predomine la economía capitalista, cuyo fin último no trasciende de los intereses de un individuo o de un trust, los Consejos obreros carecen de sentido. Comienzan a poseer un vigoroso carácter en cuanto la economía adquiere una modalidad sistemática, de Estado, sujeta a una regulación nacional, a una disciplina. A esto equivale una intervención superior, estatal, en las economías privadas, que al dotar a éstas de una casi absoluta seguridad de funcionamiento, les arrebata a la vez el libre arbitrio en las decisiones industriales.

Los Consejos obreros son entonces colaboradores eficaces de los fines económicos a que están adscritas las correspondientes industrias. Por eso, los únicos países donde actualmente alcanzan eficacia unos organismos así son Italia y Rusia. En Italia, los Sindicatos obreros viven en el orden oficial del Estado fascista, y su misma existencia les vincula a la prosperidad de los fines económicos que el Estado reconozca. En Rusia, esa interdependencia es aún más patente.

Pero el problema en España no es de este género. El régimen político de nuestro país impide, hoy por hoy, que los obreros reconozcan y se identifiquen de un modo total con la articulación económica. Les importa, por el contrario, que se acelere el proceso capitalista y sobrevengan coyunturas favorables. De ahí que los Consejos obreros tuvieran una mera función de avance social, como reivindicaciones de clase, y no aquella otra más fecunda de auxiliar un sistema económico articulado en una disciplina nacional.

De ahí que Solidaridad Obrera, periódico de la gran fuerza sindicalista, adscribiese los Consejos obreros a misiones de orden interior, solución de conflictos, corrección de abusos, etc. En su número de 24 de abril ampliaba, sin embargo, la influencia de estos organismos, señalándoles como campo de acción todas las cuestiones que se relacionen de alguna manera con la producción. Estudio de los mercados, estadísticas de precios, organización del trabajo, etc.

Nos adherimos, desde luego, a la petición de que se establezcan los Consejos obreros. Nosotros propugnamos un cambio social radicalísimo en la estructura del Estado, que lleva consigo, naturalmente, reformas de esta índole. Pero sometidas a un orden de totalidad que les asegure eficacia y grandeza.

(«La Conquista del Estado», n. 9, 9 - Mayo - 1931)