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La Patria Libre
La Patria Libre (Número 2)

El drama de los partidos demo-liberales

Es una realidad -para nosotros confirmadora de nuestra ruta- la inexistencia absoluta de juventudes demoliberales, o como en la terminología corriente y general se las denomina: «republicanas».

Sin entrar a discutir su cantidad y calidad, es un hecho que, al socaire del triunfo del nuevo régimen, todos los partidos «auténticamente» republicanos lograron formar cuadros juveniles. Constantemente se oía hablar de la Juventud de Acción Republicana, Juventud Radical-Socialista, etc., etc.

Pero estas juventudes privadas en absoluto de un espíritu nacional, y aún más, de un afán de justicia social; agrupadas en tomo a unos principios vanos, sin contenido hispánico, «Liberté-Egalité-Fraternité»; alimentadas exclusivamente con elementos negativos de odio a la Patria, al rico (sin amor al humilde), a la tradición espiritual de nuestro pueblo (sin tolerancia religiosa), al Ejército (sin amor a la paz verdadera), al propietario agrícola (sin querer permitir el acceso del obrero a la pequeña propiedad), sin miras de una redención social de las masas proletarias, resultaron monstruosamente aniquiladoras, jacobinas e infecundas.

Sólo un afán positivo se pudo advertir en las juventudes republicanas demoliberales: el afán de «enchufarse», de ganar dinero a costa del contribuyente, de medrar sin esfuerzo en los cargos políticos estatales. El que podía considerarse «líder» de las juventudes revolucionarias, de las juventudes republicanas, Sbert, sin talla de conductor, fue el que comenzó dando mal ejemplo, desentendiéndose de encauzar el movimiento juvenil revolucionario hacia metas ambiciosas, heroicas y nacionales dentro de la República, y dedicándose, por el contrario, a servir el separatismo catalán a cambio de un acta y de un puesto en el Tribunal de Garantías.

Las juventudes republicanas se han esfumado. No existen. Este debe ser el hecho más significativo y desolador para los dirigentes de los partidos que se llamaban «avanzados» -hoy verdaderamente retrógrados y trasnochados-, es decir, de los partidos liberales republicanos. La juventud, sin haber dejado sus afanes renovadores radicales, toma hoy otros rumbos más modernos y actuales. La juventud plena de idealismo y de espíritu de sacrificio, busca nuevas estructuras económicas, sociales y políticas, más justas de la sociedad, dentro de las realidades nacionales y en consonancia con los problemas del momento presente, y no como algunos, que intentan hacer política hoy, pensando como los honrados politicastros de hace cien años.

(«La Patria Libre», n. 2, 23 - Febrero - 1935)