Imprimir
La Patria Libre
La Patria Libre (Número 6)

Mítines y más mítines, todas las semanas, de todas las ideologías. Y todos llenos y repletos. La masa acude ávida de soluciones, consciente de su responsabilidad, a escuchar y a influir en la marcha de la comunidad nacional. Es el pueblo tratando de labrar su propio destino, empujando a sus «líderes», intentando comprender los problemas que les afectan, y acomodándose a una posición u otra para facilitar su solución.

¡Que intente alguno impedir al pueblo que actúe como dueño de sus propios destinos! No podrá. Sólo intelectuales como Eugenio Montes, «pensadores» mercenarios, pueden lamentarse de que el pueblo no es ya analfabeto. Es tarde para los selectos que aspiran a hacer y deshacer sin contar para nada con el pueblo.

Es que el pueblo se da cuenta cada vez más de que todos los agrupados en un mismo Estado tenemos los mismos intereses. Y que el bienestar general depende del esfuerzo, el sacrificio y la comprensión de todos. Y que el Estado no es más que la «comunidad organizada» formada por la integración de cada uno en una «unión vital».

Del Estado minoritario y artificial se pasó con la Revolución Francesa al Estado Nacional. Todavía el Estado podía ser de clases o minorías y dejar a extensas zonas populares desorbitadas y ajenas a su ritmo y acción, aunque ya no era, ni podía ser artificioso, pues se asentaba solamente sobre la realidad natural de una nación, es decir, sobre los límites de una comunidad de historia, lengua y destino. Pero ahora, dentro del Estado Nacional, se marcha hacia el Estado integrado, alentado y SOSTENIDO por «todo» el pueblo. Todo el pueblo unido en una misma «comunidad organizada» caminando, abriéndose paso, consiguiendo el pan de cada día y asegurándose el del porvenir a fuerza de actividad y de sacrificio, o sea, a fuerza de unidad de visión de los problemas y de unidad de voluntad, sobre la base real, indiscutida, de una unidad de intereses. Así pues, todos los españoles en un mismo frente. Sin guerras civiles y suicidas de clases y partidos. Sin separatismos de ninguna clase. Todos compenetrados en una misma comunidad: en un Estado Nacional y Popular; «de» todo el pueblo y «para» todo el pueblo.

(«La Patria Libre», n. 6, 23 - Marzo - 1935)