La expansión jonsista

El año de 1933 es el verdadero año de las J.O.N.S. Durante él, se convirtieron en la bandera innegable de la juventud nacional, llevando a ésta a sus mejores luchas en pro de la Patria, de la liberación social del pueblo y contra el marxismo.

¿Cómo se desarrolló y tuvo lugar semejante hecho?

Ya dijimos que a fines de enero de ese año entró Ramiro Ledesma en la cárcel, a causa de un antiguo artículo. Permaneció en ella un mes, hasta fines de febrero. También dijimos que por esas fechas la organización jonsista atravesaba una vida canija, difícil, sin éxito. Pero en la cárcel recibió Ledesma la visita de un grupo de diez o doce estudiantes, algunos de ellos antiguos comunistas, que deseaban ponerse bajo su dirección política y organizar las J.O.N.S. en la Universidad.

Al frente de ese grupo, como más destacados, figuraban José Guerrero, Aparicio López y Ortega, tres jóvenes de gran entusiasmo y actividad. Ledesma les dio instrucciones para los primeros trabajos, les explicó con brevedad las consignas del jonsismo revolucionario, y como pensaba quedar libre a los pocos días, los dejó citados para entonces, al objeto de estudiar un plan de irrupción jonsista en la Universidad.

En efecto, hacia el 10 de marzo, con motivo de unos disturbios estudiantiles, se produjo en la Facultad de Derecho un gran alboroto, en el que los escolares manifestaron a grandes gritos sus filiaciones políticas, dividiéndose entre ellos en dos grupos: uno, que vitoreaba al marxismo y cantaba la Internacional, y otro, que vitoreaba a las J.O.N.S., a España y cantaba himnos nacionales.

Tras del choque producido entre ambos, quedaron en absoluto dueños de la Universidad los jonsistas. A la semana siguiente, había ya inscritos en las J.O.N.S. más de cuatrocientos estudiantes madrileños.

Fue preciso buscar un domicilio. El Partido alquiló entonces un tercer piso en la calle del Acuerdo, 16, local que no pudo ser apenas utilizado porque la Policía lo intervenía constantemente y dificultaba todos los trabajos. Comenzó así para las J.O.N.S. un período de vida semilegal, teniendo que pasar a la clandestinidad toda la organización de grupos.

En vista de las grandes perspectivas que se abrían ante las J.O.N.S., pues comenzaban a afiliarse grupos proletarios además de los estudiantes, lo que daba al Partido la verdadera base inicial que requería -estudiantes patriotas y sindicalistas nacionales-, Ledesma se dispuso a desarrollar el máximo de actividad.

 

La revista mensual teórica

El día 5 de abril se trasladó a Lisboa, donde permanecía exilado Onésimo Redondo, dirigente de la sección de Valladolid, de quien ya hemos hablado. Ledesma estaba firmemente decidido a acentuar el carácter nacional-sindicalista y revolucionario de las J.O.N.S., pues veía que ésta era, además de la misión jonsista, la ruta que conducía a la movilización triunfal de las juventudes. Onésimo, de fuerte educación católica, herreriana, mostraba gran número de resabios derechistas; pero, a pesar de ello, su adscripción a formas patrióticas de signo social era impecable.

Cambiaron largas impresiones en Lisboa, y Ledesma regresó a Madrid a los dos o tres días, anunciando para primeros de mayo la aparición de una revista teórica, mensual, orientadora de los esfuerzos jonsistas. Era la revista JONS, bien conocida más tarde.

Con aportaciones de afiliados y algunos donativos logró reunir el Partido unas dos mil pesetas, con las que hizo frente a los gastos de un local clandestino, a la factura del primer número de la revista y a la impresión de gran cantidad de hojas, manifiestos y circulares, que sembraron las universidades españolas de propaganda nacional-sindicalista.

Muchos son los estudiantes que recuerdan la llegada de esa propaganda a los centros universitarios. Dos años después, en estas semanas mismas en que escribo, algunos de ellos, que hoy tienen terminadas sus carreras, nos han relatado la atención y la emoción que despertó entre los estudiantes la prosa caliente patriótica y sindicalista nacional de los primeros manifiestos jonsistas.

El éxito del primer número de la revista JONS fue asimismo enorme. A pesar de su elevado precio para las economías de los estudiantes y de los obreros -una peseta-, se vendió con profusión y rapidez. Obsérvese que las J.O.N.S., en esta época de la primavera de 1933, ponen todo su afán en la conquista de las juventudes universitarias. Era ése su primer objetivo.

En todas las universidades surgieron grupos compactos de jonsistas, con sus jefes y triunviratos, con arreglo a la organización jerárquica del jonsismo. Se distinguieron Valencia, Granada, Santiago y Valladolid. Pero también se formaron núcleos en Zaragoza, Salamanca y Barcelona.

 

Agitación y lucha

No transcurría semana alguna sin que los estudiantes jonsistas hiciesen acto de presencia y chocaran de algún modo con los afectos al marxismo.

La venta en la Universidad de Madrid del primer número de la revista JONS originó un choque de consecuencias graves. El grupo jonsista se vio atacado por los rojos, y tuvo que defenderse con gran violencia. El camarada Fernando González, muchacho de gran valor, les hizo frente con una pistola, hiriendo gravemente a un destacado antifascista y a dos más, no sin recibir el mismo de los rojos fuertes golpes de matraca.

Esas luchas enardecían más y más a los camaradas estudiantes, a pesar de las innumerables detenciones. En Granada, donde los universitarios jonsistas tenían un jefe de gran entusiasmo y movilidad, Gutiérrez Ortega, los éxitos se sucedían día por día. El gobernador les puso dos multas de mil pesetas, que lograron pagar entre todos a base de pequeños donativos. El Defensor de Granada, periódico local, escribía con suma indignación el día 6 de mayo frases como estas:

El Gobierno de la República, con evidente acierto, ha prohibido la propaganda del fascismo en España. A pesar de tal prohibición, esos elementos organizan su propaganda, y en la Universidad casi todos los días se reparten manifiestos de las J.O.N.S. Esto entra de lleno en el terreno de lo intolerable.

 

En esas líneas puede advertirse la actitud represiva del Gobierno, lo que obligaba a las J.O.N.S., como antes dijimos, a una actuación semiclandestina; pero entiéndase bien, nunca secreta. La revista teórica era legal y llevaba firmas, a la cabeza la del camarada dirigente Ramiro Ledesma. Pero aun la publicación de la revista, a pesar de su aspecto teórico, ofrecía grandes dificultades, y arrancar el sello al Gobierno Civil costaba siempre batallas.

Si el desarrollo de las J.O.N.S. en las universidades, en vez de iniciarse en abril y mayo, ya vencido el curso, se hace en los meses de noviembre y diciembre, con seis meses por delante, la agitación jonsista en los centros universitarios hubiera alcanzado en el seno del país una resonancia y una trascendencia enormes.

Con fecha 30 de mayo, y como final de la agitación, publicó el Triunvirato Ejecutivo Central -y con la firma de Ledesma, el único triunviro que actuaba- un manifiesto a los estudiantes jonsistas, que transcribimos para que se advierta el espíritu que presidía las luchas:

CAMARADAS: Finaliza ahora el curso universitario, y ello os dispersa a vuestras provincias, os vuelve al círculo familiar, a las amistades antiguas y a la calma de las vacaciones. Pero el Partido vigila la marcha y estima de gran interés orientar la actividad de los camaradas estudiantes en los próximos meses del verano.

Ha tenido lugar en las últimas semanas la presencia de las J.O.N.S. como bandera rotunda de la juventud nacional. Os habéis unido a ella con entusiasmo fervoroso, dispuestos a nutrir las avanzadas del Partido en su lucha con los enemigos de la paz, la prosperidad y la grandeza de España. Pusisteis voces y gritos nacionales en los recintos donde hasta aquí triunfaban las inconsciencias traidoras y los vejámenes marxistas contra la Patria. Cumplisteis las consignas del Partido con decisión, coraje y tenacidad. Algunos, en Madrid, con valor insuperable. ¡Bien por los camaradas estudiantes de las J.O.N.S.!

Ahora, camino de vuestras ciudades y pueblos, os encomendamos otro género de tareas que requieren asimismo amor al Partido, cumplimiento riguroso de su disciplina; pero que se diferencian de las que hasta aquí habéis realizado honrosamente, porque consisten en una labor aislada, de captación y propaganda, en medios y lugares donde quizá hoy es todavía desconocida la existencia misma del Partido.

Vuestro deber de «jonsistas» jóvenes y tenaces es vigorizar el conocimiento doctrinal de las J.O.N.S., desarrollando una labor de captación eficaz en los círculos familiares o amistosos, donde transcurran vuestras vacaciones. Hay que sembrar España de núcleos afectos al Partido, fieles a su disciplina, que garanticen en todo momento la defensa de nuestra dignidad de españoles frente a la barbarie y la traición de las organizaciones marxistas. ¡Que una blasfemia contra la Patria no quede ya nunca sin la réplica justa de un español auténtico! Esto, camaradas, ha de conseguirlo nuestro Partido, el único, como sabéis, que de un modo revolucionario y violento nace dispuesto a conseguir, cueste lo que cueste, la grandeza y la dignidad de España.

Hay que estar atentos, camaradas, al espíritu que informa a las J.O.N.S., porque en este terreno las confusiones serían grandemente perturbadoras y nocivas. Somos una organización de masas, que necesita y busca el apoyo moral y material del pueblo. Vamos en pos de la PATRIA el PAN y la JUSTICIA. Tres cosas de que está hambriento y exhausto el pueblo español. Hoy, España es una nación deshecha, y no tienen pan ni justicia las masas españolas. Esta verdad tremenda es la que os corresponde extender por el país, con la noticia justa de que ya aparece en las luchas políticas una bandera de salvación y de triunfo: las J.O.N.S. Conseguiremos todo eso que nos falta -la Patria, el Pan y la Justicia-, y sangre jonsista lo garantizará así en batalla permanente contra quienes hoy o mañana nieguen a los españoles esos tres logros supremos.

Entrad en contacto con los Triunviratos más próximos, que a la vista del carnet del Partido os orientarán y darán facilidades. Esperamos de vuestra tarea grandes eficacias.

Todos, pues, a conseguir:

1) Que en octubre haya en vuestras ciudades y pueblos núcleos jonsistas poderosos.

2) Que los obreros y gentes del campo conozcan los propósitos justos del Partido.

3) Que nadie confíe en la democracia liberal-parlamentaria, como medio de aniquilar el poder marxista y de conseguir la paz y prosperidad nacional.

4) Que todos los jóvenes en quienes aliente un deseo de derrotar al marxismo se den cuenta de que ello se logra militando en nuestro Partido, aceptando nuestra consigna de «Revolución nacional española frente a la revolución socialista» y abandonando esas pacíficas organizaciones desde las que ancianidades con careta juvenil les recomiendan paciencia, prudencia y cursos de electoral sabiduría.

5) Que se extienda con pulcritud y pureza la significación del Partido, evitando esos confusionismos con que hoy se nos calumnia, y reafirmando tenazmente nuestro absoluto desdén hacia las personas y los grupos que levantan fuera de las J.O.N.S. bandera de reivindicación nacional, con espíritu reaccionario y baldío.

6) Que sean las J.O.N.S. quienes en toda ocasión y momento desarrollen la máxima violencia contra la barbarie comunista.

En fin, camaradas, recomendamos, como siempre, la necesidad de mantener con intransigencia un espíritu de partido, firme y radical, frente a otros grupos, por muy afines que parezcan. Levantemos y glorifiquemos nuestro sentimiento de facción, de partido activo y militante, que gusta de la verdad plena y sin mácula.

¡VIVAN LAS J.O.N.S.! ¡VIVA LA REVOLUCION NACIONAL ESPAÑOLA!

Por el Triunvirato Ejecutivo Central, vuestro camarada Ramiro Ledesma Ramos.

Madrid, 30 de mayo de 1933.

 

Esta circular fue recogida por la Policía, lo que hizo que llegasen a su destino pocos ejemplares. Pero la dificultad fue suplida en alguna Universidad, como la de Santiago, de un modo magnífico: clavaron los jonsistas dos hojas en la puerta, formando luego una guardia permanente para que nadie impidiese que fueran leídas por todos los estudiantes.

 

 

La sola presencia jonsista

En el mes de junio, y conclusa la propaganda en las Universidades por haber finalizado el curso, iniciaron las J.O.N.S. los primeros trabajos para convertirse en una verdadera organización combatiente.

Un detalle de cómo las J.O.N.S. iban alcanzando en aquellos días personalidad lo revela el hecho siguiente: Los elementos derechistas -agrarios, Acción Popular, etcétera- habían organizado para el día de la Ascensión un mitin en la plaza de toros de Valladolid, al que querían dar gran resonancia. Asistirían 30.000 espectadores, campesinos de Castilla, e iban a hablar Royo Villanova, Martínez de Velasco y Gil Robles. Los jonsistas creyeron que era una buena ocasión para influir en aquellas masas campesinas, entregadas de buena fe a los derechistas, y se dispusieron a hacer acto de presencia en el mitin, no naturalmente de un modo hostil, pero sí desligados de los organizadores. Ledesma se trasladó con ese motivo a Valladolid, pues en esta sección no había entonces propiamente jefe, ya que Onésimo Redondo continuaba en su destierro de Portugal.

El acto, por la gran propaganda que le había precedido, tenía pendiente la atención de toda España, y el Gobierno vacilaba entre suspenderlo o no, presionado por las organizaciones obreras socialistas que amenazaban con la huelga. Por fin, horas antes, el ministro de la Gobernación, Casares Quiroga, decretó la suspensión, y en unas declaraciones a los periodistas -el 25 de mayo- manifestó que ésta obedecía «a que el acto era fascista, pues se habían mezclado y pensaban influir en él los de las J.O.N.S.».

 

Preocupación ofensiva y defensiva

Además de penetrar en zonas sociales más amplias, preocupaba al Partido conseguir una efectiva capacidad para la violencia, y ello, tanto por constituir la acción directa y la acción revolucionaria uno de los postulados tácticos del jonsismo, como por propia y elemental necesidad defensiva.

A fines de junio, esos propósitos estaban en Madrid resueltos. Ramiro Ledesma, con un lugarteniente eficaz, el camarada Ramón Ruiz, logró organizar y seleccionar un centenar de militantes, en patrullas de a cinco, que ofrecían todas las garantías apetecibles para la acción. Eran, pues, veinte grupos, algunos de ellos de formidable ímpetu y poder agresivo. Todos sus componentes eran estudiantes, funcionarios jóvenes y antiguos legionarios de Africa. Estas tres procedencias estaban muy niveladas en los grupos, y eran, evidentemente, las más adecuadas para su función.

Únase a esa cualidad la de que casi todos militaban por vez primera en una organización política, siendo, por tanto, desconocidos como tales en la Dirección de Seguridad. Se reunían una vez a la semana, por grupos. Los jardines de la plaza de España constituían el lugar más preferido, por su amplitud y carácter céntrico.

El éxito de una tal organización no tardó en hacerse visible. Como se estaba ya en pleno verano, la atención del Partido residía realmente por entero en esos grupos, ya que la base de militantes estaba desplazada en su gran mayoría, y la fecha era poco oportuna para la propaganda.

 

El asalto a las oficinas de los Amigos de Rusia

El día 14 de julio una de esas patrullas jonsistas realizó un hecho que tuvo gran resonancia y preocupó considerablemente al Gobierno. Los diputados de la mayoría azaño-marxista, con gran nerviosismo, mostraban y comentaban el hecho como una prueba de la potencia fascista, y pedían graves sanciones.

La cosa fue así:

Dicho día 14, a las once de la mañana, tres individuos penetraron, pistola en mano, en la oficina que los titulados Amigos de la Unión Soviética tenían establecida en la avenida de Dato, número 9.

Se trataba de uno de tantos centros y asociaciones como, so capa de cultura y admiración apolítica por la U.R.S.S., crean los comunistas, siendo en realidad centros de agitación y propaganda bolchevique.

Parece que los jonsistas sabían que en esa oficina había documentación importante acerca del plan para la jornada comunista del próximo 1.° de agosto, a más de un magnífico archivo y pruebas de los propósitos de la Internacional comunista con relación a España.

El asalto se hizo con una perfección y una audacia insuperables. Los jonsistas se mostraron violentos, pero sin efusión innecesaria de sangre. En el interior de la oficina se encontraban entonces el conocido dirigente comunista y profesor Wenceslao Roces y un secretario. Ambos fueron atados a las sillas y amordazados por dos de los asaltantes, mientras el tercero se apoderó de todo el archivo, ficheros y documentación oficial de la entidad, a más de pulverizar todo el mobiliario.

No hay que olvidar que la oficina de los Amigos de la U.S. se hallaba en un tercer piso, de acceso peligroso por una escalera bastante estrecha, y que en la casa hay más de cien oficinas. Sin que se supiese de fijo qué patrulla jonsista realizó el hecho, aquellas semanas circuló por el Partido una versión detallada de él, así como de todas sus incidencias. Parece que mientras destruían los muebles y ataban a los que se encontraban dentro, el jefe comunista Roces mascullaba protestas, entremezcladas con frases de verdadera preocupación religiosa, como: «¡Ay, Dios mío, éstos son fascistas y nos matan!» No les hicieron, sin embargo, el menor daño, a no ser el formidable susto de las pistolas al pecho, presionándoles con fuerza si iniciaban el menor propósito de gritar.

El plan para el 1.° de agosto fue, en efecto, hallado. También documentación de suma importancia, más tarde utilizada por el Partido.

Semejante hecho, repetimos, alcanzó gran resonancia, tanto por la audacia de los realizadores como porque delataba tener estos detrás una organización fuerte y poderosa.

El periódico Ahora, al día siguiente, fecha 15, publicó, como el resto de la Prensa, una nota que revela cuanto decimos. Hela aquí:

Después de la sesión acudieron al despacho de ministros del Congreso, donde se entrevistaron con el señor Casares Quiroga, los diputados señores Hidalgo, Gomáriz, Menéndez (don Teodomiro) y Balbontín, y los señores Montilla y Roces, de la A. Amigos de la U. S. Según manifestó a la salida don Diego Hidalgo, habían hecho ver al ministro de la Gobernación que la actitud en que se han colocado las J.O.N.S. es una cuestión puramente política, y que es necesario terminar con ese brote fascista.

 

La Policía se puso a actuar con frenesí. Las altas autoridades gubernativas exigían la detención rápida de los autores. Durante una semana fueron detenidas más de cien personas como sospechosas de participación, teniendo luego que ser puestas en libertad al no ser reconocidas por los asaltados. Entre esas cien, apenas había dos jonsistas, lo que prueba el hecho de que antes hicimos mención, el de que los militantes de las J.O.N.S., por ser jóvenes y no figurar en libros de socios ni en ninguna parte, eran en casos tales de identificación casi imposible.

En vista de que no encontraban socios de las J.O.N.S., los agentes detenían a todos los que figuraban en la Dirección de Seguridad como activos y calificados derechistas. Palos auténticos de ciego.

 

El Gobierno azaño-marxista se organiza un complot

El entonces ministro de la Gobernación, Casares Quiroga, a la vista de la agitación producida, encargó al director de Seguridad, señor Andrés Casaux, que en el término de tres días le presentase un dossier acerca de la verdadera realidad y situación de las fuerzas fascistas.

Digamos aquí, en breves líneas, que por entonces, a más de las J.O.N.S., había otros grupos que se llamaban «fascistas», seguidores del periódico El Fascio muerto, como vimos, el mismo día que nació, y que venían dedicados infantilmente a extender hojitas y pasquines, de redacción bastante ingenua, que circulaban profusamente por Madrid y provincias. Estos trabajos eran ya dirigidos por Primo de Rivera y Ruiz de Alda, circulando tales hojas entre elementos de antiguo ligados a la dictadura, militares retirados y terratenientes de las provincias. De todos modos, su actividad se reducía a eso, al reparto de hojas, que llevaban como membrete un recuadro con las iniciales F.E. (Fascismo Español).

Pues bien, la Dirección de Seguridad elevó el «dossier» al ministro, y a consecuencia de él, como satisfacción a las protestas y al miedo que en los sectores marxistas había ocasionado el asalto a los Amigos de Rusia, una buena mañana se dijo a los periódicos que se acababa de descubrir un terrible complot fascista contra el régimen, en el que aparecían complicados la F.A.I., las J.O.N.S. y los fascistas. Nada menos.

Se hicieron en toda España más de 3.000 detenciones, desde el 19 al 22 de julio. No hay que decir que a los verdaderos autores del asalto, causantes directos de todo aquel barullo, no se les detuvo.

Véanse los titulares de Prensa de aquellos días:

El día 23: ¿Se teme de madrugada un complot contra el Gobierno?

El día 25: El complot, abortado.

El día 26: Según parece, se trata de destruir en sus comienzos una organización de tipo fascista.

Estos titulares están tomados del periódico Ahora, y, desde luego, el último de ellos revela con toda claridad el carácter imaginario y represivo del tal complot.

 

En el penal de Ocaña

Con los detenidos en Madrid se hizo una selección y por la noche, a las tres de la madrugada, en coches celulares, fueron llevados al penal de Ocaña unos noventa. De ellos, cuarenta y un anarquistas, el cristianosocial Padre Gafo, y el resto, un conglomerado de monárquicos, fascistas de Primo de Rivera y el grupo de las J.O.N.S. Entre estos últimos, Ramiro Ledesma, el secretario de redacción de la revista JONS, Juan Aparicio, y el antiguo militante Enrique Compte.

El famoso complot era, pues, anarco-jonsista-fascista. Los propósitos del Gobierno no eran nada difíciles de descubrir. Pensó hacer del penal de Ocaña un verdadero campo de concentración para sus enemigos políticos. Lo prueba el que días antes de ser enviados, el director de prisiones se enteró de si allí podían permanecer 2.000 detenidos.

El Gobierno, vacilante, no se atrevió a eso. No se olvide que esto ocurría cuatro o cinco semanas antes de caer la situación Azaña. Así, pues, a los ocho días, llegaron al penal unos magistrados, que pusieron en libertad a los anarquistas y al Padre Gafo, procesando a todos los demás por un delito sumamente raro y no sé si conocido por los juristas, el «de confabulaciones punibles».

La vida en el penal de Ocaña no dejaba de tener perfiles divertidos. Los anarquistas son, por lo común, gente sociable, y no les disgusta dialogar y razonar hasta con sus mayores enemigos. Puede decirse que los 41 que había allí eran los más destacados faístas madrileños, Melchor Rodríguez, los hermanos González Inestal, etc.

Espíritu de grupo sólo se advertía en los anarquistas y en los de las J.O.N.S. En los demás, detenidos como derechistas, se advertía un guirigay pintoresco. Era gente varia, sin ninguna o muy poca ligazón de partido. De ellos, unos doce pertenecían a la organización que por entonces trataba de fundar Primo de Rivera, con el nombre -nos parece recordar- de M.E.S. (Movimiento Español-Sindical). El resto eran derechistas indefinidos, monárquicos, antiguos sindicalistas libres, albiñanistas (de éstos, el secretario particular de Albiñana, Felipe Simón, un buen chico) y un conocido pistolero del libre, León Simón. Este era el único con el que no hablaban los anarquistas.

-Muchos compañeros nuestros ha asesinado -se decían unos a otros, refiriéndose a este último Simón.

Entre los de Primo de Rivera, estaba José Gómez, antiguo chófer de confianza del general. Parecía muy fiel y admirador del hijo, de José Antonio, y aunque bastante tosco, no dejaba de mostrar buenas cualidades de militante. El levantaba la moral de muchos de sus compañeros, que poco o nada acostumbrados a la persecución política, se deprimían con gran frecuencia, armando entre sí altercados y peloteras. Había entre ellos, por ejemplo, un valenciano que reclamaba a la organización no sé cuántos miles de pesetas por los trastornos -decía- que le ocasionaba la estancia en el penal, y se los reclamaba al que lo había captado para el partido primorriverista, creo que un señor Marquina, antiguo torero.

Todo esto, presenciar esto, era para los jonsistas muy divertido.

 

Primera noticia de lo que fueron planes para un tremendo acto terrorista

Había allí también un tipo de cierto interés, antiguo servidor o ayuda de cámara de Alfonso XIII. Se llamaba creo que Alonso. Relató a dos o tres compañeros de penal, con quienes adquirió confianza, un hecho, quizá hasta hoy que lo vamos a contar aquí, absolutamente desconocido, y que pudo haber tenido consecuencias históricas incalculables.

Es sabido que, después de llegar la República, muchos de los antiguos servidores del Rey siguieron algunos meses en sus puestos, habitando en Palacio y prestando allí servicios. Pues bien, uno de los primeros banquetes oficiales, celebrados por el Gobierno provisional de la República en el comedor de gala de Palacio, fue servido por los mismos criados del Rey.

Cuando éstos, ocho o diez días antes de la fecha, tuvieron noticia de ello, comenzó a surgir, en su imaginación de servidores fieles a los Reyes, la idea de preparar una venganza terrible contra quienes los habían vencido y expulsado de España.

Júzguese la imprudencia del Gobierno republicano, entregándose inerme a las reacciones resentidas de los antiguos criados del Rey, para quienes aquellos ministros eran poco menos que representantes directos de Lucifer.

Pues bien, los cinco o seis más exaltados organizaron un plan, que fue luego aprobado por el resto de sus compañeros. Se basaba en el conocimiento exacto que ellos tenían del interior de Palacio, y en la situación, al parecer aislada de las guardias, que ocupa el comedor de gala. Pensaban cortar los timbres, y a una señal, pistola en mano, los veinticinco o treinta servidores, ayudados por algunos elementos extraños introducidos previamente, obligar a los comensales a descender por una escalera que conduce, sin casi advertirlo, a un foso interior. Introdujeron en Palacio las pistolas, y tenían perfectamente urdido el plan, que «no se llevó -decía- a la práctica, por la defección de tres o cuatro asustadizos», que deprimió a los demás y, al parecer, los asustó también. (Claro que esto no tiene que extrañar mucho, pues no se olvide que se trataba de criados, de domésticos, y, desde luego, el hecho monstruoso que tramaban hubiera requerido -¿no era el acto terrorista más siniestro de la historia?- para su ejecución una sangre fría y una audacia nada propias de ayudas de cámara.)

 

Apremios de la Internacional

Al salir de Ocaña, llegó a las J.O.N.S. la noticia de que la Internacional comunista, muy indignada por el asalto a los Amigos de Rusia, exigía una represalia inmediata y severa, con la amenaza, en otro caso, de cortar las subvenciones. Con este motivo, un grupo de comunistas anduvo algún tiempo tras de los dirigentes jonsistas, buscando ocasión de descargar sus pistolas, sin encontrar la ocasión, aunque sí muchas veces a los dirigentes.

 

La caja del Partido, vacía

El movimiento jonsista tenía entonces, y puede decirse que tuvo siempre, planteada una dificultad grave: su absoluta carencia de medios financieros. No se olvide su carácter de organización combativa, minoritaria, en la que, por tanto, sus ingresos de cuotas eran necesariamente muy reducidos. Además se advertía la necesidad de extender la propaganda, de que viajasen los dirigentes, de «equipar» los grupos, de crear, en lo posible, Prensa.

En tal situación, apenas salió del penal de Ocaña, hizo Ledesma un viaje a Bilbao y San Sebastián, donde tenía algunas amistades, que le conocían y estimaban desde la publicación de LA CONQUISTA DEL ESTADO. Allí pudo lograr de media docena de jóvenes de la alta burguesía que gestionaran algún auxilio económico para las J.O.N.S. Reunieron unas 10.000 pesetas, cifra no muy alta, pero que puso al Partido en franquía, le permitió tener un local amplio y aumentar enormemente el ritmo de la propaganda.

* * *

A fines de agosto fue Ledesma a San Sebastián, donde veraneaban los elementos que, fuera y alejados de las J.O.N.S., venían desde algunos meses antes tratando de organizar una fuerza fascista: Primo de Rivera, Ruiz de Alda y Valdecasas. Tuvo con los tres una entrevista larga, a la que asistió también José María Areilza. (Un joven ingeniero bilbaíno, muy amigo de Ledesma, de gran sensibilidad nacional y capacidad política.)

Durante los meses anteriores, la relación de las J.O.N.S. con los proyectos de esos elementos a que nos referimos había sido muy escasa. Los jonsistas no creían en la seriedad de sus trabajos, ni les atribuían mucha importancia.

En esa entrevista de San Sebastián, Ledesma pudo apreciar que seguían dispuestos a organizar algo, y que desde luego estaban muy deseosos de contar con los jonsistas. Pero pudo también apreciar que se movían entre grandes vacilaciones, que sus planes eran cosa en exceso fría y calculada, y, sobre todo, que estaban decididos a no dar publicidad a sus propósitos hasta que no aconteciese la caída de Azaña. Ledesma se mostró con ellos quizá demasiado intransigente, encerrado en su trinchera de las J.O.N.S., y no volvió a verlos hasta pasados dos meses, ya celebrado el mitin de la Comedia.

Al regresar a Madrid, y en vísperas de reanudarse, después del verano, la acción política normal, los jonsistas se dispusieron a incrementar la extensión del Partido. En el mes de septiembre puede decirse que todos los focos de la organización estaban a punto para desarrollar una actividad intensa. Fue entonces cuando ingresó en las J.O.N.S. un grupo compacto de sindicalistas, desilusionados de la C.N.T. y deseosos de una disciplina nacional, de una bandera nacional-sindicalista.

La revista mensual duplicó su tirada y aparecieron en diversas provincias semanarios jonsistas, que divulgaban la doctrina de aquélla y contribuían a ensanchar la base del Partido (1).

En octubre, se produjo en la política nacional un hecho de suma trascendencia: la disolución de las Cortes Constituyentes. Se convocaron nuevas Cortes, y entró España, por tanto, en un apasionante período electoral, en el que nada tenían que hacer las J.O.N.S., tanto por su carácter de organización incipiente y juvenil, como por su despego hacia la acción parlamentaria.

En las incidencias electorales, sin embargo, y en el interior de un salón donde se celebraba un mitin socialista, fue muerto un camarada, Ruiz de la Hermosa, jonsista de Daimiel. En esta ciudad manchega, y gracias a la actividad de los hermanos Galiana, dos jóvenes entusiastas, lectores antiguos de LA CONQUISTA DEL ESTADO, se había organizado un magnífico grupo de las J.O.N.S., luego, más tarde, desviado de un modo lamentable.

Las elecciones distrajeron la atención del país durante dos meses. En este tiempo, los jonsistas vigorizaron la cohesión de sus grupos, fortalecieron su disciplina y perfeccionaron su formación teórica.

 

Tarea y resultados de la revista JONS

La revista mensual JONS cumplía su misión orientadora de un modo magnífico. Su colección -se publicaron 11 números y duró año y medio, siendo suspendida gubernativamente dos o tres veces- es hoy la única referencia teórica y la única fuente donde aparecen explicadas las consignas del jonsismo.

Puede decirse que el movimiento jonsista salió íntegro de la revista. En ella surgieron tanto el vocabulario como las ideas, los gritos y la bandera que han sobrevivido a todas las peripecias internas del Partido, y que hoy constituyen la única sustancia sugestiva, fresca y nueva, incorporada por los grupos fascistas.

A pesar de su carácter mensual y teórico, cumplió también una misión de agitación, utilizando un estilo polémico, directo y combativo.

He aquí la presentación que hizo Ledesma, al frente de su primer número:

Las J.O.N.S. lanzan su revista teórica, es decir, sus razones polémicas frente a aquellas de que dispone y maneja el enemigo. El Partido dará así a la juventud nacional española una línea de firmeza inexpugnable. No sólo la consigna justa, la orden eficaz y el grito resonante, sino también las razones, el sistema y las ideas que consigan para nuestro movimiento, prestigio y profundidad. La revista JONS no será para el Partido un remanso, un derivativo que suplante y sustituya en nuestras filas el empuje elemental, violento, el coraje revolucionario, por una actitud blanda, estudiosilla y «razonable». No. La revista será justamente el laboratorio que proporcione al Partido la teoría revolucionaria que necesita. No hará, pues, un camarada nuestro el gesto más leve, la acción más sencilla, sin que sirva con rotundidad a una teoría revolucionaria, a unos perfiles implacables, que constituyen nuestra fe misma de españoles, nuestro sacrificio, nuestra entrega a la España nuestra.

Aquí aparecerán, pues, justificadas con cierta rigidez, con cierta dureza, las orientaciones del Partido. A ellas han de permanecer sujetos los propagandistas y los organizadores locales, que hoy piden al movimiento bases teóricas, doctrina jonsista. Porque las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista no disponen solo de un estilo vital, es decir, de un modo de ser activo, militante y revolucionario, que es el alma misma de las juventudes de esta época, sino que a la vez disponen de una doctrina, de una justificación, en el plano de los principios teóricos.

Ahora bien, ya tiene razón -sin más razones- nuestro movimiento cuando declara estar dispuesto a combatir violentamente a las fuerzas marxistas. Para hacer esto, basta permanecer fiel a algo que es anterior y primero que toda acción política, que toda idea y que toda manifestación: el culto de la Patria, la defensa de nuestra propia tierra, de nuestro ser más primario y elemental: nuestro ser de españoles. Quede esto dicho con claridad, en primera y única instancia: Para combatir al marxismo no hacen falta razones, mejor dicho, huelgan las razones.

Pero el movimiento J.O.N.S. es antimarxista y otras cosas también. Lo necesitamos todo. Pues las organizaciones que nos han antecedido de modo inmediato nos hacen entrega de una herencia exigua. Algún hombre aislado, de gran emoción nacional y de gran talla. Pero ningún lineamiento seguro, ningún asidero firme en que apoyarnos. Todo hemos de hacerlo y todo lo haremos. Buscando, frente a las ausencias inmediatas, las presencias lejanas, rotundas y luminosas del gran siglo imperial, y también de los años mismos en que aparecieron por vez primera nuestros haces, nuestras flechas enlazadas: la unidad nacional, la realidad histórica de España, los signos creadores y geniales de Isabel y de Fernando.

El movimiento de las J.O.N.S. es el clamor de las gentes de España por recuperar una Patria, por construir -o reconstruir- estrictamente una nación deshecha. Pero también la necesidad primaria del pueblo español en el orden diario, el imperativo de una economía, el logro de pan y justicia para nuestras masas, el optimismo nacional de los españoles.

En fin, camaradas, al frente de este primer número os pido fe en las J.O.N.S., fe en las consignas justas del Partido, fe en España y fe en el esfuerzo de juventud nacional. Pues con ese bagaje haremos la revolución y triunfaremos.

 

En la revista colaboran asiduamente, sobre temas doctrinales y tácticos, los camaradas más destacados. En ella aparecían también los manifiestos, circulares y noticiarios de la organización.

Ledesma desarrolla en sus artículos las consignas que luego servían para la propaganda y la actividad diaria del jonsismo. Así, por ejemplo, señaló y justificó como aspiración revolucionaria de éste la conquista de la Patria, el Pan y la Justicia. Y otra vez la de que «el jonsismo sitúa la lucha antimarxista, no en el plano de la reacción, sino en el de la rivalidad revolucionaria». Etcétera, etc.

Onésimo Redondo escribió unos trabajos luminosos sobre el problema histórico de España, la interpretación de Castilla y los posibles cimientos de una doctrina nacional.

Juan Aparicio hizo una amplia labor en la revista. Le corresponde por entero cuanto apareció en ella sobre la resucitación y la valoración del gran Imperio español del siglo XVI, la figura del César Carlos y los mitos fecundos de ese gran momento de España.

José María Areilza, a quien he citado ya en páginas anteriores, desarrolló bastante actividad, al lado de Ledesma, en los primeros florecimientos jonsistas. Escribió en JONS sobre nacional-sindicalismo y sobre la unidad nacional. Areilza no permaneció mucho tiempo en el hogar jonsista. Pues su condición social en Bilbao, su fidelidad monárquica y el gran prestigio que su juventud inteligente le proporcionó en Vizcaya lo han convertido en orientador y organizador de las fuerzas unitarias y patriotas a que dan vida en esa región extensos sectores de la alta burguesía vasca.

Otro frecuente colaborador era Francisco Bravo. Bravo es un periodista de Salamanca, al que su buen temperamento y su patriotismo habían apartado de viejos coqueteos con el marxismo. Coincidía con las J.O.N.S. en una aspiración cardinal: la de arrebatar al pseudorrevolucionarismo de las izquierdas la bandera catilinaria, subversiva y liberadora, poniéndola al servicio del pueblo y de la Patria; es decir, asentándola sobre los revolucionarios verdaderos. Bravo entendía con claridad esto, que, de otra parte, aparecía como aspiración estratégica jonsista desde los primeros manifiestos. Sus artículos, breves y esquemáticos, fustigaban la tendencia reaccionaria, que él veía o creía agazapada en algún grupo del Partido. (Esto no le impidió, al advenir mucho más tarde la crisis de tendencias, identificarse con la tendencia sectarista y reaccionaria.)

El camarada Cordero tenía a su cargo una sección de política internacional. Cordero es un joven irónico e inquieto, particularmente apto para los problemas internacionales, muy informado y desde luego provisto de una fidelísima emoción jonsista.

Montero Díaz, de quien hablaremos luego, publicó un eficacísimo alegato en pro de la unidad nacional, lo que, unido a su labor organizadora en Galicia, lo convirtió en uno de los jonsistas más prestigiosos.

También colaboraron: Giménez Caballero, Emiliano Aguado, García Blázquez, Salaya, Bedoya, etc.

La revista, que al principio, por las dificultades de recaudación de las ventas, era un sacrificio económico para el Partido, tenía a los pocos meses una caja propia, que le permitía satisfacer todos sus gastos. A ello contribuyó, sin embargo, la labor de José Ignacio Ramos, jonsista del primer cupo, que hizo un viaje de negocios a la Argentina y trajo para la revista cerca de 1.500 pesetas en suscripciones protectoras, hechas por españoles residentes en Buenos Aires.

La revista JONS adquirió en el Partido un prestigio enorme. Siguió publicándose hasta después de la unificación con F. E., hasta agosto de 1934, y como no ha vuelto a salir revista alguna de su significación, es hoy la única fuente de doctrina y de explicación teórica con que cuentan las fuerzas llamadas fascistas en España.

 

Los focos de la organización jonsista

A fines de 1933, ya fundada Falange Española, tenían las J.O.N.S. en sus manos los resortes del sector juvenil más vivaz, más revolucionario y más patriota. Habían creado la bandera nacional-sindicalista, y las flechas yugadas sobre los estandartes rojo y negro constituían el orgullo de esa juventud, que veía todo eso como algo propio y suyo.

Pasemos brevemente revista a la situación y actividad de los focos del Partido hacia el mes de diciembre del año 1933, el año jonsista.

Madrid

En Madrid, según ya dijimos, entró en las J.O.N.S. un grupo de antiguos militantes de la C.N.T. Entre ellos, algunos significados, Sotomayor, Salaya, Olalla; otros de la base, combativos, como Pascual Llorente, que luego se distinguió por su jonsismo violento, siempre amigo y partidario de la trifulca armada. La sección madrileña había adquirido el aire y la solera propios de esta clase de movimientos. La formaban estudiantes inquietos y patriotas, sindicalistas deseosos de un orden nacional firme, pequeños burgueses y empleados con una esperanza española en el corazón y profundos afanes sociales de justicia.

El Triunvirato Ejecutivo Central publicó un manifiesto dirigido a los trabajadores, con las orientaciones sindicales jonsistas, que circuló mucho y fue comentadísimo entre los obreros. Su difusión la hicieron directamente los jonsistas en las obras, los talleres y las fábricas, a pesar de que por aquellos días estaba la clase obrera bastante soliviantada contra el fascismo, debido a las primeras intervenciones públicas de F.E.

Valladolid

En Valladolid la sección jonsista logró un amplio desarrollo y merecido prestigio entre los demás centros del Partido. Onésimo Redondo, después de catorce meses de exilio en Portugal, regresó a España en octubre, publicando de nuevo el semanario Libertad e incrementando de modo considerable la acción jonsista. Los afiliados eran en su mayor parte estudiantes de la Universidad y pequeños grupos de obreros huidos del marxismo. Además se extendían las J.O.N.S. por los pueblos de la provincia, en busca del pequeño labrador y de la emoción campesina de Castilla. Redondo tenía en Valladolid dos auxiliares magníficos: el estudiante Javier M. de Bedoya, buen periodista político y orador, y Gutiérrez Palma, proletario, de gran capacidad para la agitación y la lucha. La sección de Valladolid y su periódico Libertad, aun representando en el jonsismo una marcada tendencia hacia las formas del catolicismo político, prestaron grandes servicios al movimiento, logrando en Castilla adeptos fervorosos para la bandera nacional-sindicalista.

Barcelona

En Barcelona inició la propaganda jonsista un grupo de camaradas, modelo de disciplina, seriedad y preparación. Lo formaban Ildefonso Cebriano, José Maluquer, Berenguer, Poblador y Vegas, todos ellos antiguos lectores de LA CONQUISTA DEL ESTADO. En poco tiempo, y con la consigna acertada de combatir a los separatistas por burgueses y a los partidos burgueses por separatistas, lograron dar al grupo, a más de importancia numérica, personalidad política y prestigio.

Bilbao

En Bilbao, entre la tenaza del nacionalismo vasco y del marxismo, se formó un interesante núcleo jonsista, que dio en ocasiones prueba de combatividad y entusiasmo. Ledesma puso a su frente a Felipe Sanz, jonsista muy exaltado y, aunque no de mucha inteligencia, patriota y activo.

Zaragoza

En esta ciudad publicaban los jonsistas el semanario Revolución, y dirigidos por J. Casafranca, un muchacho de juventud increíble, hicieron con éxito las primeras propagandas.

Valencia

Las J.O.N.S. se extendieron con rapidez en Valencia, apenas llegaron los primeros manifiestos. Toda la ciudad mostraba en sus muros, a las pocas semanas, señales del entusiasmo y del fervor propagandístico de los jonsistas. Publicaron un periódico, Patria Sindicalista, que alcanzó justo prestigio en el Partido. Los trabajos jonsistas en Valencia fueron dirigidos por Maximiliano Lloret.

El jonsismo en Galicia. Montero Díaz

Montero Díaz comenzó a publicar en Galicia un periódico, Unidad, al objeto de obstruir el Estatuto autonómico que preparaba la confabulación gallega separatista-caciquil. Esa campaña, proseguida en discursos y conferencias, puso a Montero en plena movilización política, convirtiéndose pronto en el adalid de la juventud gallega patriota y nacional-sindicalista. Entonces ingresó en las J.O.N.S., y el Triunvirato Ejecutivo Central puso en sus manos la organización entera de Galicia.

Montero Díaz había sido comunista, si bien de un comunismo lleno de resonancias y apetencias nada bolcheviques. Cuando se publicaba LA CONQUISTA DEL ESTADO, Montero era comunista, creo que incluso afiliado en el partido y directivo de sus juventudes. Escribió una larga carta polémica a Ledesma, que éste publicó en el periódico, pues advirtió enseguida en ella la verdadera y profunda filiación de Montero Díaz, en quien la posición comunista obedecía a una sugestión falsa. La carta, bien escrita y combativa, denunciaba ya lo que en realidad era Montero y lo que le llevó más tarde a las J.O.N.S.: un patriota revolucionario, un subversivo contra el desorden nacional y la poquedad española, es decir, un nacional-sindicalista.

Se hizo cargo de la labor jonsista en Galicia, y muy pronto los grupos, que hasta entonces vivían desconectados y con poco aliento, se convirtieron en los más activos, disciplinados y entusiastas de España. Montero rigió las J.O.N.S. gallegas, hasta el momento mismo de la fusión con F. E. Ya hablaremos más adelante de su actitud con relación a esa fusión.

* * *

Las J.O.N.S., al terminar el año 1933, habían desarrollado en toda España una labor de presencia entre las juventudes, que colocaba a la organización en el plano de los mejores augurios para el porvenir.

Copiamos a continuación la circular de fin de año, representativa del espíritu y de la ambición nacional que en esa fecha dominaba a los jerarcas del Partido.

CAMARADAS: Al finalizar el año 1933, se presenta al Partido un panorama de nuevos esfuerzos y responsabilidades. Aunque las JUNTAS caminan con el ritmo de crecimiento que les presta su carácter de estar vinculadas a la ascensión histórica de las juventudes, urge hoy, sin embargo, acelerar las etapas y conseguir para en breve eficacias más rotundas. Han de ser las tareas jonsistas de 1934. Las J.O.N.S. disponen ya de todo lo necesario para convertirse en pocos meses en un amplísimo y poderoso movimiento nacional. Pues tenemos una doctrina, una red firme de juventudes a su servicio, una labor callada y lenta de organización, una experiencia magnífica a prueba de dificultades; y, sobre todo, la seguridad optimista de que sólo nosotros representamos el ansia voluntariosa de salvarse con que aparecen hoy equipadas las juventudes españolas.

En 1934 tienen que conseguir las J.O.N.S. uno de los objetivos más difíciles: hacer una brecha en el frente obrero marxista. Es decir, conseguir la colaboración, el apoyo y el entusiasmo de un gran sector de trabajadores. La ruta del Partido está suficientemente provista de espíritu social para que sea lícita, posible y cercana esa pretensión nuestra, que, por otra parte, resulta imprescindible a los propósitos jonsistas de movilizar masas nacionales.

Está, pues, bien clara la consigna para 1934: Pasar de los trabajos internos de organización a una realidad polémica al aire libre, superar la situación de pequeños núcleos entusiastas por la captación y conquista de cuadros numerosos.

Esperamos de todos los camaradas que prosigan con ardor su actuación jonsista, ateniéndose a las normas que siguen, únicas que pueden proporcionar al Partido la victoria que creemos corresponde en 1934:

1) Necesitamos que todos los militantes robustezcan su sentido de la acción. Pues no hemos nacido para una labor educativa y lenta, sino para realizaciones diarias. Y sólo presentando a los españoles un ejemplo de sacrificio, actividad y desinterés pueden conseguirse los éxitos que busca y necesita el Partido.

2) Las J.O.N.S. tienen que evitar que se adscriba su acción a una política de derechas o de izquierdas. Nos repugnan por igual quienes se sitúan en esas zonas, que viven a base de alimentar y fomentar la discordia española, desconociendo la urgencia de que en España no haya sino dos frentes de lucha: Primero, el de los que afirman su realidad como nación y tratan de servir esa realidad, uniendo su destino moral y económico al destino moral y económico de España. Y segundo, el de todos los que la niegan y se desentienden traidoramente de ella. Así de sencilla es la concepción jonsista, y a nadie está permitido complicar nuestra bandera con raíces o motivos diferentes. Las propagandas tienen, pues, que hacerse sin olvidar esa amplísima concepción nacional de las J.O.N.S., para que sólo los inconscientes o los traidores queden fuera de la órbita nacional del Partido.

3) Hay que dotar a las J.O.N.S. de una ancha base proletaria. Afirmamos que es un extraño a nuestra época quien crea lícito mantenerse contra la hostilidad de todos los trabajadores. Nadie confunda el jonsismo con una frívola y vana tarea de señoritos. Interpretamos profundamente una posición social que se identifica en muchos aspectos con los intereses de la clase trabajadora, y por eso estamos seguros de que si nuestros camaradas propagandistas agitan con inteligencia y coraje la bandera jonsista entre los trabajadores obtendrán formidables eficacias. Para ello, para favorecer y orientar la propaganda en los sectores obreros, han lanzado a las J.O.N.S. el manifiesto a los trabajadores, donde aparecen las consignas justas que deben utilizarse.

4) La disciplina jonsista ha de ser, desde luego, ejemplar. Pero todo lo contrario, sin embargo, de una sumisión ciega que impida la fuerza creadora de las organizaciones. Dentro de las J.O.N.S. habrá grupos especiales -ya de hecho han comenzado a formarse las Patrullas de Asalto con un espíritu así-, donde la disciplina rígida y férrea exista. Pero el Partido, en esta etapa de crecimiento que se avecina, debe lanzarse con denuedo a la acción y a la propaganda, sin estar pendiente cada hora de la actitud de los dirigentes. Bien se nos entenderá esto que decimos. Hay, en los próximos meses, que actuar y que crecer, sea como sea.

5) No puede olvidarse la realidad española. El ochenta por ciento de nuestros compatriotas vive insatisfecho, postergado ilícitamente en sus pretensiones justas. Ello emana de la anarquizada vida moral y social en que se ha debatido España los últimos tiempos. Las J.O.N.S. deben y pueden ser el cauce único donde confluyan los esfuerzos de esos compatriotas por salvarse con dignidad y eficacia. La bandera jonsista puede ofrecer a los desasistidos injustamente, a los lícitamente insatisfechos, a los postergados por los privilegios abusivos de una minoría rapaz e inepta, un cobijo salvador, una victoria común. He ahí el camino y los objetivos inmediatos de la propaganda. ¡Todos a salvarse con y por España!

¡VIVA EL NACIONAL-SINDICALISMO! ¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA LA REVOLUCION JONSISTA!

No obstante, ya se había producido un hecho, la fundación de Falange Española, que provocó una situación radicalmente decisiva en la ruta jonsista.

Nota:

(1) Libertad, en Valladolid; Revolución, en Zaragoza; Unidad, en Santiago; Patria sindicalista, en Valencia.