Insistimos hoy en nuestro punto de vista, que exponíamos en uno de los números anteriores. España debe reconocer el Gobierno soviético. Después de catorce años de régimen, desaparecida toda posibilidad de derrota, asimilada por el pueblo ruso una tarea nacional que le adscribe a la función estricta de reconstruirse, no cabe peligro alguno que aconseje el aislamiento. Rusia es hoy un pueblo con inmensa capacidad reproductora y es absurdo mantener una ruptura comercial que sólo puede proporcionar pérdidas a nuestra economía.
Nosotros pensamos mover aquí este tema del reconocimiento soviético y traer opiniones de personas de muy varia tendencia política. Es, además, una realidad universal esta de volver los ojos a Rusia y entablar diálogos comerciales. Coinciden las crisis económicas del mundo con la elaboración del Plan quinquenal ruso, y los países maltrechos buscan las posibilidades de esos mercados que se ofrecen.
Hace pocos días hemos leído en la revista New Republic, de Norteamérica, que sólo el establecimiento de relaciones normales de comercio con los Soviets puede atenuar la crisis de los capitalistas y de los sin trabajo americanos. Ya el año último el comercio de este país con Rusia aumentó en un 78 por 100.
La reconstrucción interior rusa ha elevado considerablemente la producción de algunas materias que son objeto de exportación y de intercambio comercial. Madera, trigo y petróleo son las tres mercancías que hoy Rusia produce en cantidades altísimas. Como se ve, ningún producto elaborado que requiera el desarrollo de una técnica. Ahora bien: Rusia necesita créditos del extranjero con qué alimentar su período reconstructivo. Los necesita de modo tan vital, que a ellos sacrifica todas las demás exigencias. El momento para Europa, y aun para el resto del mundo, es decisivo con relación a Rusia.
En Alemania es, quizá, donde se advierte mejor la necesidad de un acercamiento a Rusia. El 24 de abril expira el Tratado de amistad firmado hace cinco años entre el Reich y La U.R.S.S. para completar el Tratado de Rapallo, de 16 de abril de 1922. No cabe duda de que aquel pacto amistoso será ahora renovado.
Pero hay más. Ya está de regreso la expedición de altos industriales alemanes a Rusia, y sus opiniones son francamente optimistas a ese respecto. Fueron, como se sabe, 17 grandes industriales. Entre ellos, los directores del trust del acero, del trust Kloeckner, de las fábricas Krupp, Borsig, Siemens, de la A.E.C. El presidente de la Delegación, Kloeckner, es una figura muy influyente en el partido a que pertenece el canciller Brunning, y por eso revisten más importancia sus opiniones. Todos ellos han regresado muy bien impresionados por las perspectivas que les ofrece el Plan quinquenal. Ahora bien: la cuestión es ahora saber si el Gobierno del Reich consentirá garantizar el 70 por 100 de los créditos rusos. Esa es la incógnita.
De todos modos, lo que aparece claro es la necesidad de admitir diálogos de toda índole con Rusia. España, tanto como cualquier otro país, requiere apurar todos los resortes para la elaboración sistemática de una economía nacional, sin repudiar intercambios beneficiosos en nombre de absurdos remilgos, de los que no se debe hacer caso en estos tiempos. A los enemigos no se les da la espalda, sino la frente y los ojos fijos. ¿Y hasta qué punto es Rusia un enemigo radical?
(«La Conquista del Estado», n. 6, 18 - Abril - 1931)