Franco representa hoy en la vida española muchas cosas. Es una figura heroica, exaltada por el pueblo, y todos sus actos adquieren en la hora española que vivimos fervor y eficacia de mitos. Franco ha descrito en los últimos diez años la trayectoria más gigantesca que podía presumirse en nuestro pueblo. Ha actuado en toda ocasión al servicio de las inquietudes fecundas de cada momento.
Primero, en viaje triunfal a las Américas, logrando para España los máximos honores.
Después inicia sus luchas contra la aviación burocrática, que no vuela y frustra las mejores iniciativas de los aviadores auténticos.
Más tarde, en pugna abierta con la Dictadura mediocre de Primo, señala al calor de su coraje la dirección decisiva, la más alta.
Por fin, le vemos en una magnífica tarea de conspirador al servicio concreto de un cambio de régimen, con limpia mirada revolucionaria.
Ahora escribe y publica un libro -Madrid bajo las bombas- donde los episodios revolucionarios en que intervino adquieren majestuoso relieve de eficacia. Franco es en todo el brazo ejecutor que imprime carácter de rotundidad a los hechos, prestándoles una emoción popular, una significación de hazaña que los hace grandiosos y triunfales.
Franco ha demostrado ser de esta forma una de las primeras capacidades revolucionarias de nuestro país. Su libro aparece lleno de detalles que denuncian en él al hombre que dispone de fuerte energía para la acción política. También de afanes hispánicos suficientemente hondos para comprometer su vida en una conspiración revolucionaria que garantice la grandeza nacional.
El comandante Franco colaboró lealmente en la instauración de la República. Hay que ser ciegos en la apreciación de los fenómenos políticos para creer que un triunfo así, limitado a otorgar al pueblo unas libertades problemáticas, puede satisfacer a Franco, que vibra todo él en el sentido de incorporar a España las conquistas políticas y sociales de tono más eficaz.
Nada ha acontecido aún en España que permita la paralización del entusiasmo revolucionario. Más que nunca se hace precisa una intervención heroica que ponga al servicio de la auténtica grandeza hispánica los esfuerzos de la Revolución.
El libro de Franco que comentamos contribuye de modo magnífico a perfilar su gran temperamento de acción. Ante el lector desfilan hechos incompletamente conocidos hasta hoy. Son la clave de las horas más intensas y dramáticas de que dispuso el movimiento revolucionario que dio el triunfo a la República. Así la evasión de las prisiones militares. Así el vuelo de Franco por Madrid, aquel famoso lunes de diciembre, con unas bombas en el avión y la más corajuda decisión revolucionaria en el ánimo. Por último, su marcha a Portugal. Los meses de la emigración. Las peripecias policiacas en el extranjero.
Su gran descubrimiento, que Franco repite en su libro, es que la libertad no se halla sino en la selva. El no la encuentra en parte alguna por ahí. Todo es presión policiaca y freno. Y Franco, que precisamente cooperaba en su país a una revolución de tipo liberal, exclama ante el difícil hallazgo: «¡Libertad! ¿Dónde te hallas?» Por fortuna, en nuestro país eso no satisface ya a nadie, y el problema de cada día no es exigir y reclamar libertades, sino algo grandioso que hacer unos con otros.
(«La Conquista del Estado», n. 10, 16 - Mayo -1931)