La misión jonsista va adquiriendo cada día mayor urgencia. Hay, pues, que apresurarse y extender con premura nuestra verdad. Todos los síntomas son de que España necesitará en breve de la intervención brava, inteligente y decidida de las JONS. Somos la única posibilidad de la Patria, la única garantía de su unidad, de su plenitud y de su gloria, y urge por eso cobijar en nuestra bandera los alientos más fervorosos de los españoles.
Nuestra tarea sólo es y puede ser obra de juventudes, provistas de tenacidad y de temple. La moral jonsista requiere un afán voluntarioso de salvación española. Interpretamos la decisión firme, de que con nosotros termine el oprobio de una Patria sin rango, sin ilusión y sin justicia. Sabemos que nuestros propósitos se logran y consiguen, se conquistan, y por eso la voz nuestra es de llamamiento a la pelea y a la acción. Vamos a descubrir un norte para los españoles sin esperanza, y una tarea para todos los que hoy se encuentran injustamente postergados e inermes. Nuestra primera urgencia es reconciliar con la Patria a extensas zonas de trabajadores. Para ello hay no sólo que henchir de emoción nacional a los Sindicatos sino que sindicalizar a la Patria, desalojar de lo «Nacional» toda la herrumbre y toda la iniquidad de que la han rodeado hasta aquí los acaparadores egoístas del patriotismo. El sindicalismo nacional de las JONS se asienta siempre sobre la necesidad de una Patria para los trabajadores, a la que estos entreguen su energía, su entusiasmo, y su fuerza, a cambio de una vida libre, sustento digno y la grandeza histórica de la tarea común.
Siempre decimos y diremos que las JONS alientan y preparan una Revolución nacional. No nos conformaremos sin su triunfo totalitario y pleno. Y nuestra justificación revolucionaria radica en que incorporamos a España con nuestra presencia ideas y afanes radicalmente disconformes con lo que hoy existe en torno nuestro.
Vamos a ofrecer al pueblo trabajador y fecundo, una bandera no ensayada ni falsificada por nadie. Una acción directa, es decir, la posibilidad de salvarse por sí mismos. La eficacia creadora de unos cuadros liberadores y justos.
Es imprescindible y necesario que todos los camaradas que hoy laboran con entusiasmo y tenacidad por el triunfo y consolidación del jonsismo sepan dónde hay que buscar y reclutar a los camaradas nuevos, dónde se realizarán los mejores hallazgos de militantes activos y valiosos para nuestras filas. ¡¡Atención a ésto, camaradas!! No pueden ser jonsistas los residuos de otras políticas fracasadas, los náufragos de intentos sin fortuna ni calor nacional.
Es y tiene que ser jonsista la juventud de España, que siente la necesidad de una Patria y de una meta gloriosa a que entregar su ímpetu. Es y tiene que ser jonsista una ancha zona de trabajadores, de oprimidos, a los que nuestra lucha dotará de una dignidad y de una consideración que hoy les falta. Es y tiene que ser jonsista todo español con orgullo humano suficiente para no encomendar a otro la solución de su propia angustia.
Juventudes, trabajadores y corazones animosos es lo que precisamos en las Juntas. Todo lo demás nos sobra. Pero que no haya ni un joven ni un español laborioso ni un compatriota heroico al que no hayan llegado las voces jonsistas en solicitud de que forme en las filas nuestras.
La revolución que las JONS quieren va contra la infecundidad revolucionaria y la traición antiespañola del marxismo rojo, pero va también contra la burguesía sin sangre, frívola y explotadora. Afirmamos el derecho de los más capaces frente a los más ineptos, la licitud de que los españoles más fuertes, sanos y fieles a la Patria se impongan a los enfermizos, descastados y egoístas, la obligación de consolidar en España un régimen de justicia donde se potencie al trabajador y se menosprecie al vago, donde se ensalce la generosidad y el sacrificio y se persiga al especulador y al usurero.
Gritad alto, camaradas, nuestra consigna jonsista y veréis muy pronto cómo los auditorios se escinden y polarizan en dos frentes. Los unos y los otros. Los nuestros y los enemigos. Conquistar a los unos y aplastar a los otros es deber, obligación y compromiso de todos los camaradas que nos agrupamos en las Juntas, bajo los haces gloriosos de las flechas que simbolizan la unidad de nuestra Nación y la unidad de nuestro frente.
(«Patria Sindicalista», n. 2, Valencia, 3 – enero – 1935, p. 1)