Circular para el Partido

Camaradas:

 

Desde el primer día, las JONS han justificado siempre su actitud con arreglo a su teoría española, popular y revolucionaria. Nunca el Partido ha adoptado una posición que se le pudiera imputar como arbitraria y caprichosa. Pues hay ya pruebas hondas de que las JONS orientan y significan la verdad española, que hasta aquí se le había escamoteado traidora y criminalmente a los sectores más fieles ligados con la dignidad y la grandeza de España. Hemos conseguido poner en marcha una organización, sistematizar una doctrina, situar en los españoles jóvenes un aliento creador y una confianza ciega en el próximo futuro de la Patria. Y, sobre todo, la posibilidad de incorporar a las líneas nacionales, arrancándolos de la ciénaga marxista, amplios núcleos de trabajadores revolucionarios. Pues además de estar las Juntas vinculadas a un propósito emocional, el de crear, conservar y robustecer nuestra propia Patria, aparecemos también con el magno compromiso de salvar económica y socialmente las dificultades tremendas que hoy padecen y sufren los españoles. Ahí está nuestro rótulo: somos sindicalistas nacionales, ofrecemos a España la seguridad de una economía creadora, justa, sin lucha de clases ni marxismo, pero con raíz y eficacia populares, al servicio de la categoría esencial de España, tras de su fuerza, su riqueza y su esplendor, que representa el pan, la alegría y el optimismo de los españoles.

Las JONS se han nutrido al nacer de angustias auténticas, afanosas de encontrar para las juventudes que anunciaban su presencia una ruta de honor y de triunfo. La gente, los periódicos y los enemigos han dicho que hacíamos fascismo, que éramos fascistas. Ni un minuto siquiera han pensado las «Juntas» oponerse a esos calificativos, a esas denominaciones. Admiramos todos la gran revolución fascista de Italia, coincidimos en las líneas generales sobre las que se está constituyendo y elaborando en Italia un Estado fascista. Y si en efecto, nosotros aquí, interpretando un momento difícil de España, en que las fuerzas políticas de derecha, izquierda y centro aparecen desnutridas de valores españoles, huecas e inservibles, y en que andan libres y sueltas por las calles bandas criminales de marxistas imponiendo su rencor y su saña bárbara; si en un momento así, repetimos, las JONS significaban la eficacia política frente a los rojos, de igual manera que los fascistas en Italia, nos honraba muchísimo esa denominación de fascistas.

Nunca, desde luego, hemos reclamado ese nombre para que se aplicase a nuestros militantes. Pero mientras las JONS iniciaron en las Universidades y en algunos centros marxistas actos violentos de presencia que motivaron aquel famoso susto o queja de los diputados socialistas ante el entonces ministro Casares, y las persecuciones con motivo del complot policiaco de julio a raíz del asalto a las oficinas de los Amigos de Rusia -hecho atribuido a un grupo de jonsistas-, había por ahí unos supuestos fascistas que desde la clandestinidad lanzaban hojillas candorosas anunciando que se organizaba a toda prisa un «fascio español», es decir, una sección española del fascismo italiano.

En el teatro de la Comedia se celebró días pasados un mitin que se enlaza, al parecer, con aquellas propagandas. Hemos de orientar, pues, a nuestros camaradas del Partido frente a esa nueva disciplina política que surge. Y para ello nos referiremos al discurso de Primo de Rivera, que se mostró en él como su dirigente mas destacado.

Las JONS han sido hasta aquí escépticas de un movimiento que parecía vinculado de manera excesiva a normas, consignas y ritos extranjeros. Bien es verdad que no existían documentos, hechos o propagandas responsables sobre los que ejercer la crítica seriamente. No podía saberse ni adivinarse a qué propósitos se ceñía aquel F.E. (fascismo español), sobre el que nos mostrábamos recelosos, desconfiados y vigilantes.

Ahora tenemos ya un discurso y una bandera en alto, pronunciado aquél y esgrimida ésta por José Antonio Primo de Rivera. Como habrá de seguirles una organización y una disciplina, nos resulta obligado calificar y enjuiciar ambas cosas.

Nosotros nos sabemos iniciadores en España de una actitud nacional y sindicalista, forjadores hasta de un lenguaje y de unos mitos para propagar entre las masas la conquista revolucionaria de la Patria. Nos hemos rodeado de unos símbolos históricos españoles y sin aprenderlo en parte alguna comenzamos a crear justificación teórica a la violencia, que desde el primer día aconsejábamos a nuestros camaradas como táctica y necesidad. EL DISCURSO DE PRIMO DE RIVERA RECOGE DE NUESTRAS COSAS TODO LO QUE EL PUEDE Y HACE BIEN EN RECOGER. En varios lugares del mismo aparecen las consignas jonsistas y nos felicitamos de ello, porque nada hay que decir sobre la forma irreprochable, nacional y honrada con que lo hizo.

La declaración que nos urge y que han de tener en cuenta todos los camaradas de las JONS es que, sin embargo, no podemos adherirnos a la bandera del marqués de Estella, aunque le declaramos persona grata, magnifica y valiosa. Hemos nacido para batallas diferentes a las que él sin duda se va a ver obligado a librar. Vamos mucho más allá y en direcciones que quizá a el y a sus amigos les estén vedadas. Somos mucho más exigentes en la acción, en el ataque y en el fervor nacional-sindicalista.

De todas maneras, terreno y conquistas que logre y efectúe Primo de Rivera las consideraremos de algún modo nuestras, pero sin separar los ojos de los magnos y solemnes compromisos que son el eje fundamental de las JONS: movilizar las juventudes nacionales, ser implacables y severas con las decrepitudes del capitalismo antinacional, liberando de su yugo a todos los trabajadores de España. Pues nos hemos propuesto incorporar a nuestras líneas zonas extensas de españoles que unan su peligro, su infelicidad y su angustia al peligro, infelicidad y angustia de España. De esa multitud española angustiada obtendremos los concursos violentos que precisamos y también la garantía de que nuestra ruta es ruta de masas, hecha para victorias populares y difíciles. Pues es otra declaración que las JONS hacen sobre el mitin y el discurso que comentamos: actitudes como la adoptada por Primo de Rivera son voraces de hechos, se alimentan y nutren de hechos. Si no se atrapan y consiguen los hechos necesarios, la posición se vuelve fláccida y canija.

Las JONS permanecerán vigilantes en presencia de la nueva organización. Tenemos raíces firmes y grandes afanes por continuar nuestro camino. La juventud nacional es nuestra obra, y nuestra mayor o menor capacidad de aliento y de coraje, algunas veces demostrada, nos sostendrá en pie. El futuro de España, el futuro nuestro y el futuro de lo que ahora surge, señalará e impondrá a todos la actitud que corresponda.

¡VIVA EL SINDICALISMO NACIONAL DE LAS JONS!
¡VIVA LA JUVENTUD ESPAÑOLA!
¡VIVA LA REVOLUCIÓN JONSISTA!

Madrid, octubre.

(«JONS» n. 5, 1933)