A todos los militantes, a los obreros de la Central Nacional Sindicalista y a toda la opinión nacional de España

Camaradas:

Hecha pública nuestra ruptura con Falange Española, nos apresuramos a ampliar las razones y los móviles de una decisión tan importante. Nadie puede olvidar, y menos que nadie nosotros, que las J. O. N. S. descubrieron a los españoles las perspectivas nacional-sindicalistas, notoriamente revolucionarias, como un camino recto hacia la conquista de la Patria justa y grande.

Pues bien, hacía ya algún tiempo que nosotros -fundadores del nacionalsindicalismo- veíamos con angustia que en el seno de la Falange, y debido a los errores y al espíritu desviado de Primo de Rivera, era cada día más difícil laborar con eficacia por el triunfo y la victoria de nuestras ideas de siempre.

Veíamos nosotros, y con nosotros la opinión nacional de España, que el nacional-sindicalismo que decía defender Primo de Rivera era un truco ingenuo, una ficción sin jugo, cuyo sostenimiento por parte nuestra nos convertía en verdaderos cómplices de una farsa contra el auténtico sentido nacional y popular de nuestra doctrina. Correspondía a las J. O. N. S. revolverse contra ese simulacro y a nosotros, como dirigentes jonsistas, el deber, el valor y la decisión de denunciar ante el Partido una situación así y ponerle remedio.

Hemos puesto siempre tal emoción y sinceridad en la propaganda nacionalsindicalista, teníamos y tenemos tal intensa fe en que por esta ruta alcanzarán una meta triunfal los destinos históricos y económicos de España, y disponíamos, en fin, de un bagaje combativo, de una histórica y lenta elaboración de la doctrina, de una actividad laboriosa y espinosa de agitación, que no podrá nadie discutirnos el derecho a vigilar, controlar y dirigir en España la ruta del nacional-sindicalismo revolucionario. No podía todo esto jugarse a una carta de frivolidad vanidosa, como es notorio ocurría estando nuestra bandera de las yugadas flechas nacionalsindicalistas en manos de Primo de Rivera y de sus amigos de Falange Española.

Nuestra posición es firme. Y la asistencia de los grupos de camaradas en quienes permanece arraigada una inquebrantable decisión de triunfo está, asimismo, fuera de toda duda. Las masas universitarias, los obreros de la Central nacional-sindicalista, los grupos veteranos de las J. O. N. S., con sus jerarquías y disciplina de siempre, nos siguen en pleno. Y junto con todo eso la expectación popular en torno a nuestros propósitos, que son hoy la única esperanza de los españoles sin pan y sin justicia, sitúa a las J. O. N. S. delante de un espléndido panorama victorioso.

Renacen las J. O. N. S. en una hora culminante de España. Tenemos plena conciencia del momento, así como de la inmensa responsabilidad y de la gran tarea que corresponde a quienes esgriman hoy ante España una decidida voluntad de salvarse como pueblo grande y libre. Sabemos que ese ejército de salvación necesita estar formado por filas de gran temple. La empresa es gigantesca y de volumen enorme. Por eso las J. O. N. S., en esta etapa nueva y definitiva que comienza, pondrán especial empeño en dirigirse a los sectores sociales donde aniden y residan las reservas más valiosas y profundas de España. Adelantamos aquí la convicción de que es principalmente entre los trabajadores y entre las proletarizadas clases medias donde hay que buscar el aliento y la colaboración activísima que precisamos. En ellas confiamos y a ellas entregamos, en definitiva, nuestro destino y el destino nacional de España.

Las J.O.N.S. reafirman, pues, su fidelidad de siempre al nacional-sindicalismo que ellas y sólo ellas representan. Nos organizaremos de modo sencillo. Habrá en la cúspide de las J.O.N.S. no un jefe, sino un férreo Comité Central, o Junta Nacional, de cinco miembros a cuya disciplina deben estar sometidos sin reservas todos los organismos jonsistas. Modificaremos todos los Estatutos antiguos de las J.O.N.S. en un sentido de agilidad y sencillez. Mientras tanto, los grupos provinciales y locales funcionarán con arreglo a las normas provisionales que los dirigentes respectivos señalen en cada caso. Esta primera etapa, que es de reorganización a la vez que de liberación de las ineptas jerarquías de la F.E., será corta y breve. Pues no hay que olvidar la misión fundamental nuestra, la gran empresa jonsista que nos espera a todos.

(«La Patria Libre», n. 1, 16 - Febrero - 1935)