Es sabido cómo la técnica de agitación marxista divide a todos los hombres en dos clases: supuestos oprimidos o explotados y supuestos opresores y explotadores. Y llevada tal consigna a un plano real y diario, de lucha económica y social, el marxismo localiza y destaca para que se despedacen estas dos clases únicas: patronos contra obreros, obreros contra patronos.
Nosotros sabemos, y es uno de los motivos críticos fundamentales en que fundamos nuestra posición antimarxista, que el enemigo social de los obreros no es generalmente el patrono, sino que hay otro linaje de poder económico y político al que debe señalársele como enemigo, y no sólo de los obreros, sino de los obreros y patronos juntamente: el gran capital especulador y financiero.
Por eso, ante la lucha de clases tal como la conciben criminal y erróneamente los marxistas, nosotros presentamos otro cuadro de rivalidades sociales. Si hay luchas de clases, éstas son para nosotros las clases:
Capaces contra ineptos.
Laboriosos contra vagos.
Generosos contra ramplones.
Animosos contra cobardes.
Patriotas contra descastados.
Y todos los españoles contra los grandes especuladores y prestamistas.
Pues ahí aparecen las soluciones deseables:
Que a los españoles ineptos los sustituyan los españoles capaces.
Que los españoles laboriosos imperen sobre los vagos.
Que los españoles con capacidad de sacrificio y alma limpia preponderen frente a los egoístas y ramplones.
Que los españoles animosos y viriles no permitan el imperio de los más cobardes y encogidos.
Y que los españoles patriotas impongan su ley a los descastados y traidores.
(«La Patria Libre», n. 2, 23 - Febrero - 1935)