Ofrecimos en nuestro primer número destacar con justicia los hechos victoriosos que fuesen capaces de efectuar y organizar los dirigentes de Falange Española. Ya se nos ofrece hoy ocasión de celebrar uno, y no pequeño. Se trata de una victoria falangista contra nosotros. Nada menos. Y nos rendimos ante su grandeza, ante el prodigio de heroísmo derrochado y ante la magnitud formidable del triunfo.
He aquí los hechos:
El domingo pasado salieron a la calle cuarenta y dos camaradas jonsistas que se distribuyeron por Madrid para vocear y vender LA PATRIA LIBRE. Teníamos noticia de que las terribles escuadras falangistas estaban preparadas para impedir la venta de nuestro periódico. Los jonsistas, repetimos, se distribuyeron por Madrid y quedó UNO SOLO en cada puesto de venta. Transcurrió una hora sin el menor incidente, a pesar de que los grupos falangistas pasaban y repasaban junto a nuestros camaradas. Bien es cierto que éstos habían sido previamente seleccionados entre los más robustos del Partido.
En vista de que no pasaba nada, a pesar de los informes, el Comité encargado de la venta quiso poner a prueba los propósitos falangistas. E hizo lo siguiente: Colocó en la Cibeles, esquina al Banco de España, dos voceadores profesionales, dos chiquillos de diez y de doce años, de los que se dedican a la venta de los periódicos diarios. Y ocurrió nada menos que esto: A los cinco minutos, los mismos grupos falangistas que habían estado pasando por delante de nuestros camaradas adultos sin permitirse el más mínimo gesto de disgusto, se lanzaron sobre los dos niños -repetimos que uno tiene diez años y otro doce- ¡¡¡y les arrebataron trece ejemplares!!!
He ahí sencillamente narrada la gran victoria falangista. Digna de Alejandro, de César, de Aníbal, de Napoleón.
Estamos francamente anonadados.
(«La Patria Libre», n. 5, 16 - Marzo - 1935)