En nuestro primer número expusimos el deseo de dar por terminado el tema de la ruptura con los dirigentes falangistas. No nos es posible. Y lo sentimos. Tenemos hoy que volver brevemente sobre el tema y denunciar a todos los camaradas el tipo ruin y miserable de pelea que nos ofrecen los tales elementos. Pretenden, al parecer, no dejarnos un día tranquilos, y desde luego acabar con LA PATRIA LIBRE y con las J.O.N.S. Claro que si no han tenido todavía éxito en nada, menos lo van a tener en su pugna con nosotros. De eso estamos seguros.
Pero no creemos ocioso decir públicamente a los camaradas jonsistas, y hasta los elementos sinceros y limpios de F.E... que Primo y su camarilla apelan a todo para perturbar nuestro camino nacional-sindicalista. Con su habilidad -nunca negada por nosotros- de rábula, nos han liado en varios procesos, demostrando una mala fe y una ruindad insuperables.
Y no hay día en que alguno de los dirigentes de las J.O.N.S. no sea provocado en la calle por alguno de los diez o doce rufianes asalariados de que dispone. Eso es suficiente para juzgarlo. No tiene ni el natural y obligado gesto de arreglar personalmente sus conflictos, que a él, y sólo a él, le afectan, puesto que con él, y sólo con él, han declarado públicamente su incompatibilidad política los jefes de las J.O.N.S.
Una vez más recomendamos a todos los camaradas que tengan calma frente a esas provocaciones. Que las afronten con serenidad y sólo las contesten cuando rebasen el límite de la dignidad humana.
(«La Patria Libre», n. 3, 2 - Marzo - 1935)